domingo, 19 de septiembre de 2010

Adrianalina y el huevo. Semana uno.

     En esta carrera por etapas hoy damos el  banderazo de salida. Madrugón para algunos, desayunamos por secciones, uno en el cole, y a correr hacia el hospital. Algo de nervios por la hora y por lo que significa este día. El segundo punto de inflexión en la pelea con la alergia al huevo de Adriana.
     Comenzamos en la planta 11 como cada 15 días. Dos pinchacitos de Xolair, uno por brazo y esperamos una horita, por si acaso.
     Descenso a la profundidad en el ascensor. Toma, hasta la -5, nos estabilizamos en la 2ª planta mientras a duras penas encontramos el despertar de los quirófanos de pediatría. Caras amables, muy amables y conocidas. Presentamos nuestras armas, polaramine, adreject y ¡un batido de cacao! para combatir y camuflar los efectos del huevo liofilizado que va a tomar.
     Nos presentan al rival, 0´05 ml. de huevo. Nos entra la risa a todos. Es una cantidad tan pequeña que cuesta encontrar una jeringuilla con la precisión necesaria para medirla.
     Son las 10:05 del 15 de septiembre de 2010 y ¡comienza la desensibilización!
     Acompañamos la toma con un poco de agua.  Esperamos media hora.
     Tranquilidad absoluta que aprovecho para conocer los intríngulis de la burocracia hospitalaria.
     10:30 h. Segunda toma.
     Subimos la dosis a 0´1 ml. Eso sigue siendo poco más que un perdigón. Se abre un debate digno de ‘La Noria’ ¿lo acompañamos con agua o introducimos el batido de chocolate? Apasionante. Sin novedad.
     Media hora más y pasamos a la escalofriante cantidad de 0´2 ml. 
     Sigue sin pasar nada. Matamos el tiempo con la Nintendo.
     Última toma. 0´4 ml. que lo que contiene en realidad son 10 mg. de huevo, es decir, la centésima parte de un gramo. Al cuarto de hora aparecen unas ligerias molestias, un dolorcillo abdominal. Inmediatamente acude la doctora Peña y Rosa, la enfermera. Palpación, auscultación. Se decide que es ¡hambre! Magnífico. Hasta mañana.

Jueves 16. Las dejo en la puerta del hospital a las 8:30 h. Papeleo y a correr hacia el despertar.
     Primera toma de 0´8 cc., segunda de 1´5 ml., tercera de 3 c.c. y cuarta de 6 ml.
     Todo esto queda aderezado por los deberes que tiene que hacer sobre la cama bajo la atenta mirada de mamá y la complicidad de las doctoras y enfermeras. El resto de niños se aplica a matar Pokemons.
     La cosa va viento en popa. Ninguna molestia, ni irritación perioral, nada. En vista de lo sucedido las doctoras deciden que sólo hay que acudir un día a la semana al hospital para subir dosis y el resto de días la toma en casa. Comentan que comparativamente con niños que tienen el mismo nivel de alergia la cosa va bien, que esperaban alguna pequeña reacción.
     Perfecto.
     Endosan una batería de instrucciones y medicamentos en función de si aparecen vómitos, dolor abdominal, irritaciones, inflamaciones, angioedema, etc. y para casa después de la última toma, el equivalente a 120 mg. de huevo sólido.
     Por la tarde aparece un ligero enrojecimiento junto a la comisura de los labios. Observación.
     Al acostarse necesita ventolín. No ha hecho ejercicio. Más observación.

     Viernes 17. Primera dosis sin el paraguas del hospital.
     Picor de garganta a los 20 minutos. Miedo.

     Sábado 18.
     Ligero enrojecimiento en el labio superior. Observación.

     Domingo 19.
     Manchitas en la cara también a los veinte minutos. Pos vale.



3 comentarios:

  1. Un día su maestra dijo 'se nota que es una niña feliz'.
    Qué poco necesitan para ser felices.

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  2. con unos padres como vosotros......la felicidad está asegurada. Besos, abrazos....Gracias David.
    Tu amigo Jesús Valdivielso.

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